‘Judoman’ va por el broche de oro

Eduardo Ávila Sánchez quiere ponerle fin a su gloriosa carrera con una cuarta medalla Paralímpica en Tokio Judoca mexicano relata la experiencia que le cambió la vida y por la que ahora todo su país está pendiente de sus combates 22 Apr 2020
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Eduardo Avila
Eduardo Ávila sosteniendo su medalla de oro, una postal repetida a lo largo de los años
ⒸGetty Images
By Santiago Menichelli | For the IPC

A Eduardo Ávila Sánchez le sobran las conquistas en el tatami para ser un atleta reconocido en su país. El mexicano es triple medallista Paralímpico —dos oros y un bronce— y cuádruple campeón Parapanamericano, entre otras victorias de peso a lo largo de su carrera. 

Pero no es sólo su palmarés lo que lo catapultó a la fama en su país: en 2017 fue convocado para participar de un reality show televisivo que lo transformó.

“Hay un Eduardo antes y un Eduardo después de mi participación en Exatlón”, reconoció el exitoso judoca ante las cámaras del programa. En las playas de República Dominicana vivió “la mejor y la peor experiencia de mi vida”.

Divididos en dos equipos, los concursantes debían competir en diversos circuitos de pruebas físicas y mentales para ganar un premio económico, más allá de la posibilidad de sacar provecho de una notable repercusión mediática. La emisión fue la producción nacional más vista ese año, rompiendo récords de audiencia.

UNA BISAGRA EN SU VIDA

“Me han dicho no puedes tener una carrera, no puedes llegar a Beijing o a Londres. Eso ha sido lo que más motivación me ha dado”, dijo Eduardo alguna vez. En otras tantas oportunidades se lo escuchó afirmar: “Me encanta que me digan que no puedo. Voy a demostrarles y voy a hacer que sí se pueda”. 
Su actitud, además de sus vitrinas repletas de trofeos y medallas, llamó la atención del reality show mexicano Exatlón.

Había dos equipos integrados por deportistas de alto rendimiento con el agregado de celebridades del ámbito del espectáculo. Jugadores de fútbol, ciclistas, patinadoras, gimnastas y boxeadores compartían pantalla con modelos, cantantes y conductores de televisión. Eduardo Ávila fue llamado a integrar el equipo azul.

“Fue una experiencia de vida impresionante. Ha sido la mejor experiencia de mi vida y la peor al mismo tiempo”, destacó Eduardo tras ser eliminado de la propuesta televisiva en la que se midió en exigentes pruebas físicas con mexicanos de un alto perfil mediático. Esas semanas fueron altamente demandantes tanto en lo referido al cuerpo como en lo psicológico. Dormían en el piso de una cabaña precaria, con condiciones difíciles para el descanso y una alimentación muy limitada.

“Es algo que me ha hecho crecer como deportista. Me han volteado a ver patrocinadores. Ya tenía patrocinadores, pero ahora tengo más todavía. Me sirvió por la difusión al judo y el compromiso que tengo con mi país es mayor todavía porque ahora cargo con el peso de ser conocido”.

El quiebre que percibió Eduardo en su vida al salir de Exatlón se percibe fácilmente en sus redes sociales: en su cuenta de Instagram acogió el apodo de “Judoman” (@eduardo_avila_judoman), tiene más de 105.000 seguidores y es apoyado por grandes empresas internacionales.

EL JUDO LO EMPODERÓ 

Siendo muy pequeño, Ávila sufrió un accidente que le provocó un daño en el nervio óptico. A consecuencia de eso, su visión se redujo al 70%. El niño acompañaba a las competencias de judo a su padre Hilario, un prestigioso entrenador y ex atleta de la selección mexicana. Se había colocado el judogi y conocía los movimientos básicos, pero no sintió amor desde el primer momento.

“Cuando era niño no tenía idea de lo que me podía aportar el deporte. Hubo un lapso en el que dejé de practicar cualquier actividad física y eso fue un error bastante grande. Pero cuando tenía unos 13 años, mi mamá me vio demasiado mal y me mandó otra vez a practicar judo”, rememoró en una entrevista para el especial “Vidas extraordinarias” de Marca Claro. 

Su madre Ana María y sus hermanos también habían practicado la disciplina, por lo que la familia entera confiaba en que podía ser una herramienta importante para que ese joven retraído forjara su personalidad.

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Eduardo Avila
Eduardo Ávila celebra sobre el tatami tras su victoria en Beijing 2008 Ⓒ Getty Images

Eduardo sintió la discriminación de parte de sus compañeros durante su infancia y adolescencia: “La escuela primaria y secundaria fueron difíciles por el bullying. Era el niño que no puede ni agarrar un balón, el niño flaquito, el niño chaparrito. Ese fui yo. Para mí era quedarme sentado en un lugar o quedarme parado a la hora del recreo. Ahora me doy cuenta de que eso había bajado muchísimo mi autoestima. A partir de que empecé a hacer deporte de manera continua, fue un cambio radical para mí”.

“De niño era completamente diferente a lo que soy ahora, ya sea física, emocional o psicológicamente debido a que era muy tímido, tenía dificultades para adaptarme y para moverme a causa de mi discapacidad visual. He podido superarlo con el apoyo del deporte, que me ha hecho desarrollar muchísimas aptitudes: equilibrio, percepción de las cosas que están a mi alrededor, seguridad para moverme. El judo para mí ha sido una terapia, me ha cambiado absolutamente todo. Debes enfrentarte a una persona cuerpo a cuerpo y eso obviamente te va a formar el carácter, no sólo dentro del tatami sino para cualquier otra situación”.

ÉXITOS AL POR MAYOR

“Yo sabía que el judo lo iba a ayudar en la escuela, en su vida, pero nunca me imaginé la magnitud de hasta dónde podía llegar”, confesó Hilario, su padre y formador.

Ávila obtuvo dos oros Paralímpicos en Beijing 2008 y Río 2016, además de un bronce en Londres 2012 y dos títulos mundiales. Pero si tiene que elegir su mayor alegría deportiva, se decanta por su medalla de oro en los Juegos Parapanamericanos Río 2007.

“Porque fue mi primer evento internacional y mi primera medalla de oro a nivel internacional. Fue lo que me motivó y lo que hasta la fecha me sigue motivando para continuar”, dijo sobre aquel oro en -73kg que marcó a fuego su carrera.

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El judoca mexicano en acción en los Juegos Parapanamericanos Lima 2019 Ⓒ Lima 2019

Once años más tarde se consagró nuevamente en tierras cariocas, esta vez en los Juegos Paralímpicos. Ávila tomó el vuelo de regreso a México con el goce del objetivo cumplido. Hizo visitas a programas de televisión y disfrutó de su descanso como lo hacían los guerreros del pasado al volver a casa. Pero pronto lo atacó un serio interrogante: ¿Era suficiente todo lo que había conseguido o debía encarar un nuevo proceso Paralímpico para llegar a Tokio 2020?

POR EL BROCHE DE ORO

“Lo más difícil del judo es que llevas tu cuerpo al máximo, es un deporte de alto impacto y las lesiones son bastante comunes, aunque el cuerpo va desarrollando una resistencia superior”, explicó el mexicano un tiempo atrás. La lista de afecciones físicas a las que se ha sobrepuesto incluye rodillas, tobillos, espalda o hasta una fractura en el esternón. “He tenido muchas lesiones en todos estos años de estar en el alto rendimiento, pero se disfrutan los golpes porque se disfrutan las medallas”.

El cuerpo de Eduardo Ávila Sánchez, de 34 años, por ahora resiste. Tokio 2020 es su norte y planea retirarse en Japón, precisamente el país en que se originó el judo. Sabe que México estará pendiente de sus combates y buscará ponerle fin a su carrera con una última medalla de oro, aunque subyace otro objetivo de igual importancia: “Quiero ayudar a chicos que están en mi situación y que sepan lo que es este deporte”.