Singapurense Nurulasyiqah Mohammad Taha: “No quiero estar a merced del virus”

La pandemia de COVID-19 ha afectado a todos y Nurulasyiqah Mohammad Taha no es la excepción.

Como si la cancelación de competencias y de los entrenamientos presenciales con su asistente deportivo no fueran suficientemente duros para ella, no clasificar para los Juegos Paralímpicos Tokio 2020 ha sido lo más desgarrador.

Para alguien que escribió la historia como la primera atleta singapurense de boccia Paralímpica en Londres 2012 y ayudó a llevar a la pareja BC3 a las puertas del podio en Río 2016, Taha comenzó incluso a dudar su identidad como atleta de boccia.

Se preguntó: “¿Y si viajar se vuelve imposible para mí dada mi vulnerable condición de distrofia muscular? ¿Podré alguna vez volver a viajar y competir en boccia? ¿Cómo puedo contribuir a la sociedad más alla/por fuera del deporte? ¿Cómo canalizo mi ímpetu competitivo? 

En determinado momento, dejó de cuestionarse y decidió dejarse llevar. Inició entrenamientos fuera de la pista para su equipo con un psicólogo y biomecánico deportivo.

Una cosa llevó a la otra.

Mientras trabajaba con el biomecánico en análisis de video, Taha tuvo la oportunidad de explorar cursos de programación online y comenzó a considerar seriamente estudiar analítica, encriptación básica y programación. Con estudios previos en contabilidad y derecho, buscó un programa de posgrado que acogiera a estudiantes sin ninguna experiencia en tecnología de la información.

Comenzó su programa de posgrado este enero en la Singapore Management University, abierta a donde el camino pudiera llevarla. Durante el día, con las restricciones relajándose, logra hacerse un hueco para sus entrenamientos de boccia.

“Con tantos cambios e incertidumbres en nuestras vidas mientras lidiamos con la situación del COVID-19, quería retomar un poco el control sobre mi vida y no estar a merced del virus”, dijo Taha.

Taha, que tiene atrofia muscular, fue contactada por el Singapore Disability Sports Council para darle la oportunidad de entrenar boccia luego de finalizar la universidad, y desde entonces su carrera despegó.

“La boccia estimuló mi costado competitivo”, expresó la dos veces Paralímpica. “En mi búsqueda de perfeccionar mis tiros, desarrollé una resiliencia que no podría haber desarrollado en otras circunstancias. A través de la boccia, también tuve la fortuna de experimentar la gloria de la victoria y la decepción de la derrota junto con mi equipo”.

Taha admite que uno de esos momentos de decepción fue no clasificar a Tokio 2020. Continúa entrenando con la esperanza de rendir bien en los Campeonatos Mundiales 2022 y asegurar su presencia en París 2024. El proceso de duelo, también reconoce, ha llevado su tiempo.

Pero está en su naturaleza encontrar formas de canalizar su energía, conocimiento y experiencia en ámbitos fuera del campo de juego.

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Se presentó a elecciones para el Consejo de Atletas del Comité Paralímpico Internacional (IPC), creyendo en la importancia de que “las voces de mujeres y atletas asiáticas con grandes necesidades de apoyo” fueran escuchadas.

Luego el pasado mes de febrero fue certificada para convertirse en educadora Proud Paralympic, a través de lo cual puede ayudar a Para atletas a encontrar las herramientas que necesitan para dar lo mejor dentro y fuera del campo de juego y encontrar su lugar en el Movimiento Paralímpico. La certificación en Alemania fue uno de sus últimos viajes internacionales antes de que llegara la pandemia, por lo que espera con ansias la próxima oportunidad de apoyar a otros Para atletas.

“Espero que la situación en todo el mundo mejore pronto así podemos todos participar activamente en todas las áreas de la vida de nuevo en lugar de hacerlo a través de la pantalla del ordenador o del móvil”, dijo Taha.