Escucha mi voz: Hablemos de sexo y discapacidad

A Triana Serfaty todavía le preguntan si puede tener sexo con su novio Enrique Plantey, un Para esquiador alpino Enrique Plantey se tomó su tiempo para superar sus temores sobre su sexualidad después de su accidente Dos caras, un solo recorrido de una pareja que explora su relación sexual y que tiene como misión normalizar el tema 13 Jan 2021
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A man in a wheelchair holding the hand of a standing woman
Enrique Plantey (izquierda) y Triana Serfaty se conocieron hace ocho años y han estado en dos Juegos Paralímpicos de Invierno: Sochi 2014 y PyeongChang 2018
ⒸSexistimos
By Enrique Plantey and Triana Serfaty

Triana Serfaty y su pareja Enrique Plantey, Para esquiador alpino, escribieron el libro “Sexistimos”, una guía práctica sobre el sexo para personas con discapacidad que se publicará en 2021. En sus propias palabras, la pareja comparte cómo abordaron el único tema tabú en su relación. 

Triana Serfaty

Con 19 años y sin haber visto una silla de ruedas en mi vida (creía que las sillas de ruedas eran solo para adultos mayores) entré en una discoteca en la capital argentina de Buenos Aires. Yo soy española y me había mudado hacía tan solo un año. En aquel momento, me encontraba en una discoteca muy pequeña y llenísima de gente, seguramente muy fuera de lo legal. Estaba bailando con mis amigas y en un momento me separé de ellas para ir al baño y en mi camino me lo crucé a él, a Enri (Enrique Plantey, atleta Paralímpico argentino).

Nos miramos y él me paró. Aquí empieza nuestra pelea de quién conquisto a quién, pero como estoy contando mi versión diré que fue él quien me miró primero. Me sorprendió ver una silla de ruedas en la discoteca. Se me vinieron muchas preguntas a la cabeza sobre si tendría que ayudarle en algo, pero enseguida me abrumó su personalidad. Cualquiera que conoce a Enri sabe de lo que estoy hablando. Hoy puedo confirmar que fue la seguridad que tiene Enri en sí mismo lo que hizo que enseguida olvidara la silla de ruedas. O la viera tal cual la ve él, como una manera de moverse nada más. 

 

Lejos de llenarme de prejuicios, olvidé la silla. Esa noche habíamos bebido y solo hablamos un ratito. Fueron las siguientes citas las que nos demostraron que realmente había magia entre nosotros (yo soy la versión romántica de los dos). A lo mejor exagero, aunque yo creo que no, pero juro que sentí cosas muy especiales cuando nos sentamos a hablar en las primeras citas. Lejos de parecerme un impedimento la silla, o de asustarme, lo que no me cerraba de nosotros era la diferencia de edad. Enri y yo nos llevamos 10 años y en ese momento él tenía 29 y yo 19. Eso fue lo que nos paró en un principio. Aunque la verdad es que conectamos tanto que nos dio igual la edad y todo. 

Tardamos bastante en llegar a la cama, en llegar al momento sexual. Nos dimos la oportunidad de conocernos bien antes.

No me hice grandes preguntas sobre qué pasaría en esa cama porque para cuando vivimos nuestra primera relación sexual ya teníamos bastante confianza y muchísima atracción física. Así que fuimos dos cuerpos conociéndose dentro de un espacio común. Así ha sido nuestra relación siempre, basada en mucha confianza.

Nuestras relaciones sexuales al principio estaban basabas en la genitalidad, que es lo que los dos habíamos aprendido por separado. Es lo que culturalmente todos creemos, que todo tiene que pasar por los genitales. Con el tiempo, la confianza y la comunicación, empezamos a darnos cuenta de que ninguno de los dos disfrutaba cuando nos centramos en los genitales. Hay una realidad en las lesiones medulares como la de Enri y es que no sienten los genitales. ¿Por qué nos empeñamos en centrarnos en algo que no están sintiendo? 

De manera autodidacta, nos topamos con el paraorgasmo. Hoy le damos un nombre a esa sensación que Enri sentía cuando se le estimulaba otra zona erógena que sí sentía como el cuello. El paraorgasmo es un orgasmo al que se llega estimulando cualquier otra zona erógena; cada uno debe conocer personalmente la suya. Él no disfrutaba al estimular una parte de su cuerpo que no sentía, y yo sentía la desconexión que eso nos generaba. 

Otra cosa que siempre me llamó mucho la atención es cómo la gente se acerca a mí a preguntarme si puedo tener sexo con mi novio. Es muy loco que la gente todavía se haga esa pregunta. Estamos acostumbrados a asexuar la diversidad funcional. Si está en silla de ruedas entonces no mantiene relaciones sexuales, así como a veces se preguntan si trabajan o se sorprenden al verlo en una discoteca. La idea del libro ‘Sexistimos’ que publicamos es romper con esa imagen que le hemos impuesto durante años a las personas con diversidad funcional, sea la que sea. Nuestro objetivo es hablar tanto de este tema que, dentro de unos años, suene ridículo haber hecho un libro sobre sexo y discapacidad porque nadie se hará estas preguntas de vuelta.

Enrique Plantey
 

Nunca vi una diferencia en mí por tener una discapacidad. Desde mi mirada, y desde la mirada de mis amigos, mi entorno, mi mamá, mis hermanas. Nunca me lo hicieron notar. La verdad es que fue fácil desde ese punto. Y esto aplica también a mi sexualidad.

Yo tuve un accidente a una edad muy temprana, a los 11 años. Entonces, no tuve muchas preguntas -o al menos no me hacía más que las que se hacían mis amigos- durante mi adolescencia, que es la etapa en la que vas conociendo tu cuerpo y te gustan las primeras chicas.

Mi preocupación o desafío inicial o miedos eran los mismos que los de todo el mundo: cómo me iba a responder el cuerpo. Tuve una etapa en la que me masturbaba mucho, investigaba mi cuerpo y buscaba sensaciones. 


 

Lo que me faltaba a mí es la sensación orgásmica que podés llegar a tener al momento del coito o de la eyaculación. Como consecuencia de mi lesión medular, no tengo sensación en los genitales. 

Con el tiempo, descubriría el paraorgasmo, es decir aquel al que se llega estimulando otra zona erógena.

¿Cómo superé mis temores?

Con mucho trabajo. Acá está el motivo por el que empecé a escribir Sexistimos con mi pareja Triana. A mi me hubiera encantado que yo, a mis 11 años, pudiera haber leído sobre el orgasmo por afuera de lo genital. El coito y el orgasmo van muy relacionado a lo genital, entonces nosotros no sabemos cómo salir a buscar otro tipo de estímulos.

Si nos vamos mucho más a la base de una relación sexual, todo se inicia en el cerebro, todos los placeres van en torno a lo que el cerebro manda. Lo que ocurría es que yo no tenía esa información, nunca había recibido esa educación.

Lo superé con mucha prueba y error, mucha exploración propia de mi cuerpo, de mis sensaciones y muy de a poco. Fue gracias a una relación con Triana de mucha comunicación, una conexión íntima.  Muchas veces es incómodo o puede resultar hiriente hablar sobre este tema, pero no hay que quedarse callado. 

A las personas con discapacidad les diría que no duden. Si tenés cerebro, tenés deseo, y si tenés deseo, sos una persona sexual. Cualquier persona puede tener un orgasmo si se lo propone y lo trabaja sin prejuicios. 

Que practiquen, que superen sus miedos, pregunten, averigüen y así desarrollen su sexualidad que es algo absolutamente común y normal.