Gustavo Fernández, el campeón insaciable que se renueva

Número 2 del ranking mundial, trabaja la mente y el cuerpo durante su cuarentena en Buenos Aires 31 May 2020
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Argentinian wheelchair tennis player Gustavo Fernandez celebrates screaming at the sky after winning Roland Garros
Gustavo Fernández es uno de los atletas Paralímpicos más reconocidos de América
ⒸGetty Images
By Santiago Menichelli

Gustavo Fernández atraviesa toda la cancha en diagonal para buscar una pelota corta cruzada, la golpea justo antes del tercer pique, pero termina chocando con el parasol. Su cuerpo: tendido en el suelo boca abajo. Lo aplauden por el esfuerzo.

Ubicado en la mitad de su campo, el tenista en silla de ruedas argentina ve que la pelota le quedará un poco larga. Se estira al máximo, suelta la raqueta justo cuando ésta impacta la pelota y saca de la galera un drop inalcanzable. Festejos. En el público, las miradas son de asombro.

En otra ocasión, la devuelven una bola incómoda, responde con una volea y pierde el equilibrio. Cae. Apoya su mano derecha, la misma con la que sostiene la raqueta, en el suelo. Se sostiene durante menos de un segundo con las dos manos en el césped, las ruedas de su silla levantadas hacia atrás. Termina ganando el punto. Nadie lo puede creer.

Estas son apenas tres imágenes que grafican la esencia del mejor tenista en silla de ruedas latinoamericano en la historia. 

“Si uno está dispuesto a sacrificarse para lograr sus sueños, llegue o no llegue al resultado… El hecho de apoyar la cabeza en la almohada a la noche y sentirse tranquilo con uno mismo es algo muy valioso, que a mi parecer está infravalorado”.

Fortaleza mental

En 2017, Gustavo sumó a su cuerpo de entrenadores a Santiago Sánchez, un catedrático argentino especializado en educación que vive en Inglaterra y trabaja para la Universidad de Bath. Fernández nunca había tenido un coach mental —así lo llama— y Sánchez nunca había trabajado en el deporte.

Fernández atleta y Sánchez espectador mantuvieron una corta pero interesante charla en un torneo en 2016 en el suroeste inglés y eso bastó para que al año siguiente Fernando San Martín, entrenador de Gustavo en aquel entonces, hiciera oficial la propuesta.

“Sentíamos que teníamos que dar un paso adelante desde lo mental. A Santi le encantó la idea. Y ha sido una de las mejores decisiones de mi carrera, realmente me ha ayudado mucho”, afirma el tenista.

“En la vida en general y la del deportista hay situaciones muy similares, está claro. A medida que nos conocimos él fue aprendiendo más del deporte desde adentro, si bien es fanático del tenis, y yo fui creciendo desde lo cognitivo”.

Desde su casa a 11.000 kilómetros de Buenos Aires, Sánchez le envía a Fernández los ejercicios con los que debe ejercitar su mente a través de WhatsApp. “Estoy trabajando cosas nuevas y tratando de afianzar otras en las que ya venía trabajando, como el manejo de emociones, la disciplina, la paciencia, la estabilidad emocional, la capacidad de tomar decisiones en momentos de tensión e intentar sacar el máximo rendimiento en cada situación que se presenta.”

Gustavo bucea en las profundidades de la mente intentando encontrar los tesoros que en ella se esconden. Pero no es un buceador errante, tiene una meta: “lograr un control mental absoluto”.

“Esto me mantiene ocupado y me hace sentir que estoy en búsqueda de algo que me sirve mucho. Es un trabajo escalonado. Empecé tratando de mantener el orden de mi casa hace tres años, de mejorar mucho mi rutina y eliminar las cábalas. Es un trabajo que va progresando y con ejercicios muy puntuales en la búsqueda de las cosas puntuales".

"Estoy en un nivel bastante avanzado ahora, pero está bueno porque no se ven limitaciones en ese sentido. Para mí la mente no tiene techo. Trato de trabajarlo y he tenido resultados”.

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a male wheelchair tennis player
ⒸGetty Images

Disciplina

Gustavo se exige y pide que le exijan. A su entrenador, a su preparador físico, a su coach mental. No lo preocupan los peligros de la autoexigencia. “En todo trato de lograr el balance, esa es la forma en la que funciona. No sirve ser súper pasional ni ser un cubo de hielo y no sentir nada. Intento ver cuál es el límite, cuando aflojar e ir hasta ahí. El balance no siempre es 50 y 50. Con la exigencia trato de ser muy equilibrado”.

“A partir de los desafíos es cuando más he crecido. Busco chocarme con la pared y fracasar. No tengo problema en que me vaya mal. Si logro bancarme eso, la exigencia al máximo nivel es muy rendidora. Estoy contento de tener esa habilidad. No me frustro y esa habilidad no la fui a comprar, es innata”.

El tenista cordobés se describe a sí mismo utilizando una palabra que no reconocen las academias de letras que rigen el idioma español internacionalmente. “No tengo talento, o ese es mi talento; la infrustrabilidad. Aprovecho, aprieto a fondo el botón de la exigencia y después me la banco”, sostiene.

Cuarentena

Fernández pasa sus días en cuarentena junto a su novia Florencia en un departamento de la Ciudad de Buenos Aires, la capital argentina.

“No es fácil, hay días que estoy muy bien y días que estoy muy mal. A veces tengo la sensación de que no estoy haciendo nada, de que tengo muy lejos algo que me hace muy bien. Aunque estoy entrenando también en casa, la verdad es que se hace duro. Más con las ganas que tengo de competir”, dice el atleta nacido en la provincia de Córdoba 26 años atrás. 

“En general, los tenistas tenemos todo planificado y preparado y hoy se nos rompió toda la rutina. Todos los días es un día nuevo en el cual busco una cosa nueva para aprender”.

No solamente hace entrenamientos aeróbicos y de fuerza para mantener en forma un físico robusto que lo distingue y justifica su potencia avasallante. También trabaja su cuerpo desde la kinesiología.

“Es una manera de mejorar físicamente, que el físico esté cada vez más capacitado para bancarse la exigencia y soportar todos los años de desgaste que le estoy dando. Más bien desde grande empecé a hacerlo, porque cuando uno es chico se cree que es Superman. Tuve que improvisar y eso también es divertido”.

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three male wheelchair tennis players on the podium with their medals
Ⓒ Lima 2019

Valor

Gustavo Fernández estaba dolido. Venía de tener conversaciones por patrocinio con empresas importantes que no lo habían valorado como se merece. Entrenaba en uno de sus tantos Grand Slams cuando Novak Djokovic lo vio. Desde lo lejos, el tenista serbio observaba sus movimientos, sus golpes, su entrega. Fue acercándose poco a poco hasta que terminó a un costado de la cancha. Al terminar su trabajo, Gustavo se aproximó al número 1 del mundo de tenis convencional.

Djokovic le dijo que le gustaba mucho su revés, se sorprendió por lo fuerte que golpea la pelota y notó también la exigencia máxima del entrenamiento. “Que una persona como Djokovic te respete y te valore, es un soporte muy importante. Fue el hecho de que se interesara y me respetara como un colega y el encuentro sincero que tuvimos. No había cámaras, fue lo que le nació hacer dentro de lo que vio”, cuenta Fernández.

“Yo me había sentido bastante despreciado por algunas marcas que me hacían sentir que yo no valía nada. Gente que no sabe ni siquiera qué es lo que yo hago. Respeto mi trabajo, son muchos años. He trabajado mucho para ser quien soy y practicar bien el deporte”.

Hay algo que el argentino deja muy en claro y es su molestia con aquellos que lo señalan como un ejemplo de superación únicamente por practicar deporte teniendo una discapacidad. “Yo no soy una persona en silla de ruedas que hace deporte, yo soy un deportista de alto rendimiento. Mi aspecto distintivo no es la silla de ruedas, sino la calidad y la forma en que lo hago”.